Largo tiempo llevan muchos pidiéndome que me posicione respecto al
«Sello de calidad» aunque creo que por comentada en foros mi opinión es más o menos conocida, creo que no está de más que la plasme en blanco y negro.
El sello de calidad de forma genérica nace de la cadena de producción industrial totalmente estandarizada y con la finalidad de homologar a los proveedores para que la propia cadena general no se «quebrase» por esa falta de homologación. la calidad y sus procesos y certificaciones pasaron a estar de moda durante finales de los 80 y los 90 en el mundo de los servicios con la expansión del las ISOS en sus diferentes modalidades.
Lo cierto es que el objetivo del sello de calidad no es otro que homologar que hay unos principios bases de los procesos operativos de la compañía, de su comunicación interna y de la relación con los clientes, que mantienen unos estándares que las hacen «fiables». Lo cierto es que lo más importante es el proceso de transformación de la compañía y de los estandares y valores de calidad que asume, más que la certificación posterior. El esfuerzo es de la preparación…no del examen.
Posteriormente la gente fue asumiendo que habia que tener procesos en el mundo de los servicios y la certificación fue cayendo en desuso.
Así las cosas, cuando prácticamente toda la totalidad de compañías de servicios habían comprendido lo importante de tener procesos que asegurasen la calidad y lo irrelevante de tener el sello, a partir del año 2000 el sello surge como solución pensada para evitar los desmanes y excesos de algunas compañías franquiciadoras que habían dado mala fama al sistema. La idea era asegurarle al franquiciado que si se tenía el sello aquello no podía fallar desde el punto de vista del sistema de franquicia, de su fiabilidad ( que no de su infalibilidad).
Desde mi punto de vista la propuesta del todo punto bienintencionada, no puede ser más desafortunada y en ningun caso ha conseguido traducirse en aplicaciones prácticas que tengan la funcionalidad pretendida. Una franquicia adquiere su sello de calidad con el nivel de satisfacción de sus franquiciados, del «buzz» que éstos generan, con su trayectoria y número de puntos de venta en marcha, con su crecimiento, con SU STAFF ( elemento poco considerado a la hora de escoger una franquicia y desde mi punto de vista fundamental), esas son las cosas que marcan el sello de calidad, no unos procesos generados estandards decididos por los de siempre o por quién sea. Ningún franquiciado va a confiar en el sello por si mismo, valorará lo anteriormente comentado. Poco importante que grandes compañías franquiciadoras se sumen al carro de la certificación mi predicción es que jamás se extenderá en el sector porque los valores en los que se basa no son en los que confía el franquiciado y porque el esfuerzo organizativo de obtenerla jamás va a justificar el esfuerzo de las compañías franquiciadoras por obtenerlo.
Al final, personalmente, me parece un parche más de los que ponemos para no abordar las reformas estructurales que el sistema de franquicia precisa. Una ley uniforme con conceptos claros y que deje las cosas en su sitio respecto a la oferta, la demanda, la venta de franquicias y la información que debe ofrecerse al franquiciado.
Naturalmente es sólo la opinión de un «flipao».
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