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El Blog de la Franquicia
Frankizia
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La Curva de la experiencia y la Magia de la servucción

La enorme cola de gente esperando a comprar su bocadillo y su «artesanal método» son producto de mi visita a «Mont-blanc Medieval»

un evento de reciente tradición que seguramente ha ayudado a la economí­a de este pequeño pueblo de Catalunya.

El rollo?, es sencillo, aprovechando que dicen que por aquí­ San Jordi mató al famoso dragón, ( o era una araña?) dar motivo a un par de semanas en las que el pueblo en cuestión «muta» y se convierte en una ciudad medieval con todos sus aspectos, arlequines, juglares, artesanos queseros, cerveceros, frailes, caballeros, justas, damas…de todo un poco.

El caso es que la artesaní­a del chiringo de las «butifarras» en cuestión, me dió que pensar como opuesto a lo que es la producción en serie. Mientras miraba la larga cola esperando pacientemente ( bueno, a veces no tan pacientemente, sobretodo si ibas con niños) a que me tocara el turno de la butifarra, empecé a darle a la calculadora y haciendo números gordos, atiné a que el «empresario butifarrero quincenal» en cuestión podí­a vender en el mismo tiempo tres veces más butifarras cuanto menos y si la cola persistí­a,( que era de esperar a tenor de los desertores), literalmente hubiera sacado un buen tajo. Bastaba con que, aprovechando la «curva de la experiencia» de otros (salchicheros del fútbol por ejemplo, o el famoso Frankfurt Pedralbes de Barcelona) se hubiera pre-cocinado la mayorí­a de las butifarras que iba a servir y las hubiera mantenido en calor semi crudas para simplemente marcarlas al final,( dándoles entonces el toque artesanal deseado) a petición del cliente de la cola, que además se hubiera ido más encantado por el poco tiempo de espera. Igual al año próximo dirí­a: «Pepita, vamos a tomar las butis donde el año pasado».

La experiencia da dinero, y eso es lo que compra un franquiciado, curva de experiencia, de ahí­ que el que no la tenga, o no la tenga controlada no puede franquiciar. Se trata de ser eficiente para ganar dinero, se trata de trasladar las maravillas de la eficiencia del proceso industrial al mundo de los servicios (SERV-UCCION), procesándolo todo y haciendo que el cliente no perciba esta circunstancia, al contrario, pareciéndole con su toque final de cocción que aquello era «lo artesanal de toda la vida».

 

Naturalmente hay quién vende de todo, pero ser franquiciador es eso, aprovechar la curva de la experiencia, usando la Magia de la Servucción.

Pues en eso pensé yo el sábado en Montblanc mientras disfrutaba de un dí­a Medieval en familia.

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